miércoles, 11 de diciembre de 2013

Algo sobre el capitalismo

ALGO QUE YA SABEMOS SOBRE EL CAPITALISMO

Hace mucho tiempo, Gandhi planteó una cuestión básica para la supervivencia de la especie humana y que al parecer no caló en gran medida en las iluminadas mentes de ciertos personajes insaciables, que a día de hoy siguen concibiendo la tierra como algo ilimitado. Mahatma pensaba que “en la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”.
Coincidiendo con la idea de Ernesto Che Guevara al describir el capitalismo como “el genocida más respetado del mundo”, supone un esfuerzo difícil, a la vez que necesario, oponerse a un sistema político, social y económico, tan poderoso que hace que todo vaya tan rápido que no nos deje tiempo ni para pensar qué es lo que ha pasado, está pasando y probablemente pasará. Esta inconsciencia inducida, nos introduce en procesos que no son manejados por una “mano invisible” como pretendía hacernos creer Adam Smith, sino por la piratería organizada de unos pocos que pretenden seguir explotando a muchos. La dinámica continúa, adaptándose a las nuevas formas de producción.
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Como dijo Marx, “el obrero tiene más necesidad de respeto que de pan”. Los miembros de la estructura dominante tienen miedo de perder sus privilegios ante aquellos de los que se aprovecha. Cada día vemos muestras de ello. El aumento de tasas en educación, en todos los niveles, nos demuestra que ni se precisan ni se permiten individuos cultivados y críticos, sólo interesan hombres formados en un terreno específico que se ciñan al esquema productivo sin cuestionarlo. Se trata de no morder la mano que te da de comer.
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Este ritmo desenfrenado, pretende ocultar los verdaderos y estratégicos objetivos de la apisonadora capitalista. Mientras conducimos por las autopistas pagadas con nuestros impuestos, podemos ver carteles publicitarios que muestran atractivos modelos de coches o promociones de viviendas, que nos pueden hacer olvidar los préstamos bancarios que acarrearían su adquisición y esclavizaría a los consumidores. El control de los medios de comunicación, es sin duda uno de los instrumentos más poderosos al servicio del capitalismo, para introducirnos en un “supuesto mercado autorregulado”, tan sólo regido por la competencia. La ley de la oferta y la demanda guía a productores y consumidores, que llevan a cabo sus transacciones en función de sus propios intereses, estableciendo precios variables para ejecutar los intercambios de bienes y/o servicios.
Uno de los beneficios prometidos en este intercambio manipulado, sería la garantía de redistribución de la renta entre los individuos intervinientes. ¿Alguien ha visto algo parecido en la sociedad actual? Más bien sucede lo contrario. Cada vez se abre en mayor grado la brecha que separa los ricos de los pobres. Mientras se nos acusa de vivir por encima de nuestras posibilidades, el banco suizo Credit Suisse elaboró un informe en el que se afirma que en 2013 los españoles más ricos aumentaron hasta un 13%, cifrándose en 402.000 personas, aquellos que ostentan un patrimonio igual o superior al millón de dólares.
Por tanto, los argumentos en que se sustenta el sistema capitalista como son la propiedad privada, la libertad de empresa, el mercado, la competencia, los precios o la mínima intervención del Estado (únicamente para articular el ordenamiento jurídico que garantice ciertas libertades y facilite el control de las condiciones del entorno por parte de determinados actores), son presentados como socialmente beneficiosos e impuestos rígidamente, dentro de lo que pretenden denominar como democracia.
Para finalizar, me gustaría señalar una frase de Emile Henry Gauvreay en la que advierte que “hemos construido un sistema que nos persuade a gastar el dinero que no tenemos, en cosas que no necesitamos, para crear impresiones que no durarán, en personas que no nos importan”.
Sería discutible el hecho de haberlo creado nosotros, pero no tanto nuestra permisividad ante su dinámica destructiva.

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