jueves, 13 de febrero de 2014

Autosuficiencia psicológica

miércoles, 12 de febrero de 2014

Autosuficiencia Psicológica al 99%

...pero, ¿nos satisface que la ciencia nos haya “resuelto la vida”? Darwin, el gran científico y naturalista inglés, nos expuso convincentemente que el ser humano proviene de un antepasado común. Sin embargo, pese a que muchos de nosotros, de nosotras, aceptamos esta teoría, hemos desarrollado una forma de vida, al menos una forma de estar en el mundo, que se aleja mucho de los postulados animales, biológicos. Nos movemos de lado a lado, interactuamos, nos construimos socialmente, a espaldas de nuestra realidad animal. Que, en definitiva, somos animales en cómo nacemos, nos alimentamos, nos orientamos, nos morimos, incluso en cómo nos relacionamos con el “otro”, en lo sexual, etc., pero nos pensamos humanos. Humanos, como seres superiores, como seres emancipados de esa realidad animal, más asociada con lo “bárbaro”, lo “tribal”, “lo primitivo”, y todas aquellas palabras (que constituyen ideas conceptuales) contra las que construimos nuestra propia identidad “civilizada”.

         
      Nuestra constitución animal, como esencia de lo que somos, de nuestra construcción genética, lo que Salvador Pániker denomina el “origen”, al que nos invita aproximarnos críticamente, ha sido nublado por la construcción simbólica del mundo social, en definitiva cultural, por el que nos regimos. Somos seres simbólicos, y el símbolo cumple una función esencial en el ser humano: construir y representar una realidad común, colectiva. El símboloes nuestra forma de compartir un mismo espacio, de referirnos a una misma realidad como igual para el conjunto.

Esto no quiere decir que, en efecto, nos relacionamos en condiciones de igualdad. Somos iguales ante la muerte, lo cual podría ser una gran invitación para ser iguales ante la vida. Sin embargo, la justicia, la igualdad y la libertad juegan un papel interrelacionado cuyo equilibrio es difícil de posicionar. Su tensión es una causa inherente de algunas patologías psicológicas. ¿Cómo ejercer por tanto la libertad en condiciones de igualdad sin invadir el espacio de nuestro vecino, y sin que él/ella invada el nuestro? ¿Cómo gestionar nuestro espacio de libertad bajo condiciones políticas cuyo funcionamiento es jerárquico? No se trataría en este caso de romper con los límites que coartan nuestra libertad, bajo el pretexto de la seguridad necesaria para la convivencia humana en espacios de aglomeración. Se trataría, en este caso, de convertir los límites en oportunidades, como indica el profesor Roberto Carballo. Oportunidades para el autodesarrollo, personal, social, comunitario.

El miedo a la muerte es una constante en la vida del ser humano, por lo menos en la del ser occidental. Cómo gestionamos nuestra vida está íntimamente relacionado con cómo nos relacionamos con la idea, de nuevo simbólica, que nos sugiere la muerte. Pero, el miedo a la muerte no es más que el disfraz del miedo a la vida, nos enseña el prestigioso profesor Raimon Panikkar. Aceptar la muerte, por tanto, es aceptar la vida, y el reconocimiento de que ambas esferas pertenecen a la misma dimensión debería conducirnos a liderar vidas dónde nuestra capacidad de pensar y de actuar estén más intrínsecamente asociadas. De alguna forma, nuestros miedos, nuestras angustias, nacen dónde ponemos la línea de fractura entre nuestra existencia individual y la que nos conecta con la vida social, y a través de ella, a la Naturaleza, el “todo”, en su conjunto.


La pérdida de sentido, el sentido más existencial, holístico, que nos impone el mundo de la ciencia, de la técnica, debe encontrar su contrapartida en el mundo de los valores, la filosofía, la teología, la ética, que ha quedado tan retrasada en comparación a las veloces transformaciones tecnológicas que no resuelven nuestra angustia existencial. La especificidad del estudio científico, basado en la especialización, en la sectorización del conocimiento han llevado a nuestra mente occidental a la comprensión analítica de las partes que componen el todo. Cada vez se generan nuevos nichos de conocimiento, se encuentran nuevas zonas que representan lo específico, de lo específico, de lo que ya era específico antes. Comprendemos el “todo” sistémico en función de sus partes, de las relaciones que se establecen entre las mismas. Es decir, construimos la totalidad desde la separación de sus partes.

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