Una de las clases de enero se desarrolló con la formación de varios grupos de discusión en el que el objetivo era reflexionar, entre todos, sobre el sistema capitalista y las crisis inherentes que en el propio sistema tienen lugar. Para ello, se partía de lo visto en clase con anterioridad, la lectura del libro Teoría del desarrollo capitalista escrito por Sweezy y de nuestras propias ideas y experiencia.
Para abordar el fenómeno de las crisis, hay que entender que en el proceso productivo los trabajadores producen unas mercancías que tienen un valor de cambio que se mide en términos de dinero y viene determinado por la cantidad de trabajo que requiere. Pero en la retribución al trabajador no se le dota de una retribución similar a lo que ha creado, sino que recibe un salario por su trabajo necesario, es decir, para que sobreviva el trabajador y su familia y el resto es expropiado por el capitalista. Marx llama a esto plusvalía y sirve para medir el grado de explotación al que está sometido el trabajador. La plusvalía puede ser mayor ya sea porque el trabajador trabaje muchas más horas del trabajo necesario -plusvalía absoluta- o bien porque en el mismo tiempo sea capaz de producir mucho más -plusvalía relativa-.
A partir de esta plusvalía, y restando los gastos necesarios del capitalista para que pueda darse lugar el proceso productivo, queda una tasa de ganancia que es reinvertida en la producción para aumentar el poder del capitalista para apropiarse de más trabajo y expandir su negocio. Pero esta expansión no se realiza con un mantenimiento entre la proporción entre el capital constante -máquinas- y capital variable -número de trabajadores-, sino que la proporción de máquinas va siendo cada vez mayor y, por tanto, las industrias son más intensivas en términos de capital y cada vez es mayor la composición orgánica del capital. Y si para Marx es el trabajador el único que produce plusvalía, esta disminución en la proporción de capital variable hace que la tasa de ganancia sea inferior, por lo que los capitalistas, que se mueven por su empeño de multiplicar su dinero, reducirán sus inversiones y, por tanto, aumentará el desempleo motivada por una menor demanda de productos.
No obstante, al aumentar el desempleo, aumenta el ejército de reserva, es decir, hay una mayor cantidad de trabajadores que buscan un empleo por lo que se da una mayor posición de dominio del capitalista que puede contratar empleados a un precio más bajo y, como consecuencia de ello, aumentar de nuevo la tasa de plusvalía pudiendo reactivar el sistema y entrando de nuevo en un ciclo económico expansivo. El problema para el trabajador es que se expone ante unas condiciones de vida peores y, según Marx, las crisis del capitalismo cada vez serán más frecuentes y agudas.
Aunque algunas premisas de Marx no se cumplieron, en la crisis actual vemos cómo el mecanismo de salida de ella es similar a lo expuesto por Marx. La superación de la coyuntura actual se intenta lograr con una reducción de los salarios beneficiada por el alto número de desempleados que permiten ofrecer salarios más bajos porque es eso o nada. Así, las perspectivas para los empresarios es una ganancia mayor de beneficios si llevan a cabo una inversión productiva y, por lo tanto, la bajada del desempleo. El precio que se ha de pagar por ello es muy simple: mayor riqueza para unos y unas condiciones de vida más pobres para otros.