martes, 4 de febrero de 2014

Reflexión sobre el aprendizaje.

Nos encontramos en un momento de cambio. En donde todo va demasiado rápido y si no nos amoldamos nos quedamos atrás.
Es la situación que está viviendo la sociedad global en la que estamos sumergidos. Y mientras se nos exige que cada vez vallamos más rápido, y que cada vez seamos más eficaces, no se nos dan los medios para ello.
A la educación, por lo menos en este país, le queda mucho que recorrer para amoldarse y darnos las oportunidades para crecer igual que el resto de personas de distintos países.

Mientras todas las demás potencias están centradas en formar bien a sus estudiantes para asegurarse y asegurarles un futuro de acuerdo con las necesidades que tengan, en España parece que, como los cangrejos, vamos hacia atrás.
Se han llevado tantas reformas educativas que el número no es ni mencionable, y si alguna de ellas hubiese servido para mejorar el sistema en el que nos encontramos inmersos, tendrían alguna excusa. Pero por el contrario, al tomar las medidas y decisiones que se toman, lo único que se hace es retrasar el conocimiento, mostrar cada vez menos interesantes los temarios a dar, y no fijarse en qué es lo verdaderamente útil en la educación de las futuras generaciones.
Muchas de las cosas que se dan en clase, por lo menos de la universidad, realmente no son de gran utilidad para el futuro o simplemente no llaman la atención al no mostrarse  llamativas ni para el propio profesor, ni para el alumno.
También, haciendo  una crítica sobre esto, la educación realmente no se fija en materias de vital importancia, como lo son los idiomas. Y eso es una consecuencia que recae directamente en los estudiantes españoles que, no tienen la misma formación que el resto de estudiantes que sí cuentan con un gobierno preocupado en ámbitos esenciales como este.
Creo que desde el gobierno habría muchas cosas que cambiar, pero también desde el propio profesorado, que muchas veces se muestra  desinteresado y, por lo tanto, aburrido. Quizás muchos de ellos habrían de renovarse - como el propio sistema - y empezar a darse cuenta que quizás no todo lo que tengan que enseñar esté en los libros. Que ellos, los profesores, son también una fuente de sabiduría que muchas veces se queda muda por la abrumadora cantidad de material insulso que están obligados a impartir.

Este cuatrimestre, en esta asignatura, he aprendido que no todo lo que un profesor puede mostrarte está en los libros, que hay que tratar al profesor como fuente de sabiduría que es y que, aunque al principio los métodos diferentes muestran siempre extraño y escepticismo, cuando se les da una oportunidad, pueden llegar a sorprenderte, enriqueciendo tu mente de una manera nueva que aún estabas por descubrir.

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