viernes, 24 de enero de 2014

¿Por qué ...?

Por qué empezamos por...?

Por qué empezamos por...?

Empezar por una cita puede tener varios objetivos según el tipo de texto que se elige. Voy a intentar hacer una lista de las virtudes de una reflexión al inicio de la clase.
- primero sólo es útil para empezar a concentrarse y enfocarse en lo que va a ser la clase. Lo veo como un ritual entonces. Introduce un ritmo, una dinámica bastante agradable a la que nos acostumbramos rápidamente porque tiene algo de distracción, de atracción.
- luego porque abre la mente. Nos da la oportunidad de conocer autores, párrafos, ideas, poemas, reflexiones, horizontes que probablemente no habríamos conocido si no hubiera sido compartido. Es una virtud del aprendizaje en común, construyendo un conocimiento dónde cada uno trae un poco. Se incluye entonces bastante bien en el marco de la asignatura y con las pautas que el profesor nos intenta transmitir para su metodología.
- además y simplemente porque nos hace pensar. Recuerdo a mi profesora de francés que decía, en las clases de literatura que el análisis de texto era “gimnasia de cerebro”. Nos plantea una situación, un argumento, una crítica a la que es difícil no reaccionar. Nos obliga a construirnos una opinión y a justificarla. Además, este proceso se hace de forma bastante simplificada. Es como si el profesor nos quitara una parte del trabajo. Ya que se leyó el libro, no trae lo que más importa en él. Ya que cada uno verá cosas interesantes en distintas partes de un texto, hay unas ideas que son generalmente reconocidas como las más relevantes. Llegamos asimismo directamente al punto clave, lo cual puede ser visto como bastante cómodo para los estudiantes vagos que somos. ☺
Y a veces una frase bien escrita es tan potente como 1984 páginas malas. Nos queda fija en la mente y nos puede ayudar durante mucho tiempo en el camino.
- si la cita es relacionada directamente con lo que se va a aprender después, también puede ser beneficiosa y traer otro punto de vista, otra perspectiva. Es un complemento.
Otra anécdota que recuerdo: en la clase de filosofia que tuvimos durante dos anos en Bachillerato (y a veces 4 horas a la semana eran muchas!), la profesora también tenía sus rituales. Cada vez antes de empezar, nos proponía o bien un ejercicio de respiración, o de meditación. O bien traía aceites esenciales que teníamos que usar también con ejercicios. A veces incluso nos ponía música. Al inicio nos reíamos mucho cuando teníamos que ponernos en un pie, la otra pierna en equilibrio y respirar fuerte por la boca. Pero pienso que al final nos acostumbramos y nos venían bien estas cosas.
Hay muchas metodologías, y cuanto más descubrimos, más nos faltan por aprender...

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