martes, 21 de enero de 2014

Turismo

La industria sin chimenea

En segundo de bachiller no se aprenden demasiadas cosas. Los profesores están tan pendientes en cumplir con los plazos de la inútil selectividad que apresuran los días y distancian los conocimientos. Más aún si de por sí el centro tiene estudiantes que solo podrían estar en tan estimable nivel debido a la poca exigencia y a la titular de historia le queda un año por jubilarse, pensar que vas a salir sabiendo más que lo que te dice el libro es una quimera. Pero algunos días una frase llamativa te hace reflexionar y se te incrusta en la memoria agobiándote por años. "El turismo, esa industria sin chimenea"La primera vez que escuche esa expresión me pareció ingeniosa y revitalizante; ahora me parece cruenta, desgarradora, arrogante y profundamente mezquina.

En España, esa playa de Europa que hace también las veces de basurero en verano, la industria sin chimenea reporta 52.000 millones de euros (que restándole el saldo que dejan los españoles en el extranjero desciende hasta los 33.000) mal repartidos en cuanto a territorios y personas se refiere. Supone la producción de todos los habitantes de Castilla y León en un año Las zonas que absorben este poder económico son de sobra conocidas. El resto no huele nada de ese suculento dinero que en realidad esta envenenado, pues con tal de conseguir su recaudación anual los sucesivos gobiernos explotan el medio ambiente y humillan a la población de esos lugares tan lejanos con turismos de borrachera atroces. Esos españoles luchan por desarrollar actividades profesionales integras (que pueden ir relacionadas con un turismo de calidad) con la cada vez más acuciante predisposición a ser los servidores de otros. Camareros del sur caliente y sonriente. Los que no estamos en esa esfera, de dinero fácil para unos pocos y poco dinero y dignidad para el resto, no contamos ni siquiera con ese salvoconducto para un tiempo que nos obliga a dejar el orgullo a un lado. Estamos en una encrucijada de difícil solución que yo como no-camarero no puedo ofrecer en el menú la esperanza y la dignidad, un futuro que está reservado a quienes piden carta.  

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