martes, 19 de noviembre de 2013

Sociedad abierta y Popper

¿Qué es una Sociedad Abierta? Reflexiones sobre el pensamiento de Karl Popper


El siguiente texto se trata de una reflexión personal sobre el libro "Sociedad abierta, universo abierto" de Karl Popper. Procede de un ejercicio de otra asignatura, pero cuyos contenidos me han remitido a varias enseñanzas aprendidas en esta (bien sea en las sesiones de clase o en las lecturas recomendadas), y es por esa razón que consideré pertinente publicarlo también aquí.

La piedra angular del pensamiento popperiano es su reflexión sobre el carácter científico del conocimiento. Popper considera que no es posible la demostración absoluta de una teoría, sino solo una “no-refutación” o “confirmación provisional” de la misma. En este sentido argumenta que toda teoría ha de poder ser “falsable”, es decir; que debe poder prever su refutación de algún modo, de tal modo que no se constituya como una verdad universal en tiempo y espacio infinitos.
Por estas razones, realiza una extensa crítica a los determinismos historicistas; tanto el hegeliano como el marxista, que se configuran como teorías sin posibilidad de falsación, según las cuales el destino de la humanidad ya ha sido sellado. Popper se rebela contra esta actitud y argumenta que “el futuro está mucho más abierto de lo que estas personas creen (…) Podemos influir en la historia con nuestros valores y principios morales”. La miseria del historicismo es su falta de imaginación y por ende, su desprecio intrínseco por el papel de la creatividad (un eje básico en la teoría del filósofo austro-británico). Por el contrario, alaba la Teoría de la Relatividad de Einstein puesto que, aun reconociendo en sí misma la posibilidad de refutación; esta no se produjo, lo cual la dota de mayor valor (aunque no por ello universalidad en tiempo y espacio).

Este pensamiento, aplicado al campo de la política, destaca el papel de Sócrates frente a la presunción intelectual que está presente en Platón. Para Platón, el gobierno ideal era aquel que estaba copado por hombres de Estado instruidos en diversas ciencias y artes, es decir: una casta gobernante superior. En cambio, Sócrates también concibe la idea de hombre de Estado a la hora de perfilar un gobierno ideal, pero en este caso no se caracteriza por un conocimiento superior al de sus conciudadanos; sino que destaca por su capacidad para reconocer sus posibilidades de errar y por ende, su capacidad crítica y creativa.
Popper ajusta estos planteamientos sugiriendo que la pregunta fundamental de la política no es “¿Quién debe gobernar?” sino “¿Cómo paliar los efectos nocivos de aquellos malos gobernantes, al tiempo que es posible expulsarlos del poder sin derramamiento de sangre?

En lo que respecta a la relación de este texto con otras lecturas desarrolladas en la Comunidad de Aprendizaje, existen muchas y variadas semejanzas a lo largo del mismo, pero cabría destacar dos por su gran similitud; ambas con la obra de Salvador Pániker. Por un lado y recordando la labor de Carnap, Popper argumenta (como el filósofo español) que no es posible el desarrollo de un lenguaje que pueda abarcar todo el conocimiento; ligando su reflexión a aquella de Pániker en la que sostenía que el intento de concebir un lenguaje capaz de abarcar todos los problemas del conocimiento no es posible, puesto que siempre surgirán nuevos problemas incapaces de ser abarcados. Por otro lado, del mismo modo que Salvador Pániker concede un papel clave a la mística en la generación de conocimiento relevante, Karl Popper sugiere que debe haber algo más que las meras impresiones sensoriales; y esto es la creatividad.
Así pues, el concepto más oriental de “mística” se traduce en Popper como “creatividad”, siendo en ambos casos una aportación que pretende ligar el conocimiento a una pulsión más esencialista del ser humano en comparación a la supuestamente aséptica ciencia objetiva positivista.

De todo lo anterior se infiere que Popper aboga por la capacidad crítica como un elemento esencial a la hora de configurar un sistema de convivencia eficaz. En este sentido, destaca el papel del desarrollo del lenguaje que nos ha permitido discernir entre hipótesis y sujeto, de tal modo que resulta posible criticar y liquidar unas ciertas concepciones sin que por ello el propio sujeto portador sea también blanco de los ataques. Este fenómeno debe propiciar una actitud constructiva de análisis, crítica y debate con el fin de señalar los defectos para corregirlos haciendo gala de nuestra creatividad.

Así llegamos al punto culminante, ¿qué es una Sociedad Abierta? Sociedad Abierta es un concepto popperiano que hace referencia a un sistema de convivencia colectiva flexible y adaptable; que busca satisfacer las necesidades de sus miembros. Unas necesidades que no deben ser entendidas como meras apetencias, sino como potencialidades de realización personal y colectiva. Para lo cual, este sistema debe permanecer despierto, exhibiendo una gran capacidad crítica y creativa para revelar sus errores con el fin de repararlos.
En este punto, resulta pertinente vincular estas conclusiones con el reciente debate etimológico que tuvo lugar en la Comunidad de Aprendizaje, el cual versaba sobre el concepto “ídolo”. Mi propuesta personal se basa en la distinción entre “ideales” e “ídolos”, siendo los primeros un referente modélico (que es un elemento habitual en campos como la planificación estratégica de las políticas públicas por ejemplo); mientras que los segundos se caracterizan por ser deidades, que impiden ver sus contradicciones e inhibe por tanto la capacidad crítica y por ende la creatividad y el progreso. Estos dos últimos elementos, creatividad y progreso, se tratan de dos aspectos indisociables (no es posible concebir uno sin el otro) que se constituyen en pilar fundamental de una Sociedad Abierta.

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