miércoles, 16 de octubre de 2013

En contra de la costumbre: reflexiones

      Aparentemente,  ¿qué es lo que puede pedir un profesor que permite la auto evaluación final, que basa sus primeras clases en un acercamiento entre los alumnos y él, como si fuera parte del grupo? ¿qué nos puede ofrecer sobre economía mundial una clase en la que nos juntamos en grupos de alumnos al azar para compartir noticias de prensa, opiniones sobre nuestra infancia, juventud, experiencias académicas...? ¿qué significa esa dichosa rosa de los vientos y cual es el motivo por el que casi, de forma aleatoria, situamos en ella titulares de noticias y elaboramos profundas conexiones entre ellas?. A aquellos que estamos acostumbrados a un sistema educativo, o mejor dicho, una forma de aprender basada en posiciones muy jerarquizadas y delimitadas de poder entre alumno y profesor, nos asombra. La fatal forma de entender el cómo deben ser las relaciones que se forjan en un aula han llevado a crear un sistema de aprendizaje dónde hay muchas cosas, pero poco de aprendizaje en sí. Aprehender, esta palabra que aunque no sepamos su significado sí que debería caracterizarnos a cada uno de nosotros desde la infancia, está en decadencia desde el mismo día en que las aulas se convirtieron en lugares de memorización, ineptitud, ausencia de relaciones humanas y falta de vocación, por parte del alumnado y del mismo profesor. 


      La enseñanza pierde de esta forma gran parte del significado que lleva intrínseca esta palabra, el aprendizaje degenera en memorización y la sociabilidad se convierte en socialización en valores y creencias que deberían ser ajenas al aula. El pensamiento crítico del alumno se deja embaucar por la ideología del profesor y del propio aparato institucional, y así la libertad y la igualdad del alumno pasan a ser simplemente palabras con un significado en una realidad construida desde los cimientos de nuestro crecimiento como personas. 

      Esto es una realidad, una realidad que aún pareciendo lejana y extraña está más cerca de nosotros de lo que parece. Cada alumno, cada profesor, cada departamento, cada facultad y universidad son un mundo, pero un mundo inscrito en unas reglas, y por desgracia, las reglas en las que estamos inmersos como sociedad, personas, ciudadanos y alumnos no se aleja mucho, en mi humilde opinión, de lo antes explicado por macabro que parezca. Y si retomamos, las preguntas con las que inicié este comentario, ¿qué tienen que ver con lo explicado anteriormente?. Mi imaginación y las palabras de este profesor tan atípico me dejan entrever que su enmienda es que el aula, con todos sus miembros, conciba las relaciones que se dan entre todos los participantes como "poder para", es decir, poder que ejercemos cada uno de nosotros para crear conocimiento, entre todos, como clase, como grupo de personas libres, críticas e imaginativas. Romper con los dogmas y las costumbres que año tras año, clase tras clase (hay que citar que hay otros grandes profesores que intentan romper también con estas tradiciones, y en este post hay un hueco para ellos, que son pocos) siguen acechando el aula. Su propuesta personal es que nosotros, los alumnos podamos darnos cuenta mediante el "esfuerzo", la "experiencia", la "necesidad", nuestra capacidad de "limitarnos" y el "buen hacer", podamos crecer como personas, aprehender no solo del profesor, sino del resto de compañeros y de la realidad que nos rodea. 

1 comentario:

  1. "el aprendizaje degenera en memorización" degenerando a su vez nuestra creatividad por adaptarnos a dar por valido una sola respuesta.
    Ken Robinson tiene una muy buena infografía al respecto y el porque se ha de buscar un nuevo paradigma educativo.
    http://www.youtube.com/watch?v=zDZFcDGpL4U

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