domingo, 13 de octubre de 2013

Madrid

Madrid



El primer artículo que analizaremos en este blog es el firmado por Rafael Méndez y Álvaro de Cózar y publicado por el diario El País el pasado 5 de octubre, creando un gran revuelo en las redes sociales. Llevaba por título “La decadencia de Madrid” y en un exhaustivo análisis nos mostraba la cara oculta del Madrid de Ana Botella y sus problemáticas actuales (disminución de la oferta cultural, cierre de locales autóctonos y/o emblemáticos, aumento de la pobreza y/o indigencia...).

Es obvio que este artículo dice muchas verdades acerca de la situación que atraviesa en estos momentos la capital española, pero es igualmente obvio que tras este artículo se esconden muchos intereses y que su información es sesgada. Empezando por la foto. ¿No había otra fotografía más que la de una joven en medio de una Plaza Mayor convertida en vertedero por los hooligans del Copenhague?

Madrid ha perdido mucho, pero no sólo desde que está Ana Botella al frente de la alcaldía, por obra y gracia del espíritu santo, y sí en las últimas décadas, me atrevería a afirmar. Sin embargo, desde el inicio de la crisis esta decadencia de la que nos habla El País se ha ido agrandando. Hace cinco años, cuando pisé Madrid por primera vez, ir desde mi piso en el barrio de Tetuán hasta la puerta del Sol costaba un euro. Tardabas 15 minutos. Ibas sentado y con aire acondicionado. Ahora cuesta el doble, tardas el triple y vas hacinado como en los trenes que conducían a Auschwitz. Pero me compré una bicicleta y se acabó mi problema (para mí, claramente; pobre de aquel que viva en la periferia). Mi salud física ha mejorado y mis piernas, no veas. Por no hablar de esos euros que te ahorras. No hay mal que por bien no venga.

Pero Madrid también tenía muchos problemas hace cinco años que se han agravado o simplemente se han mantenido, y parece que lo que El País critica es la falta de conciertos de grandes estrellas en la ciudad, la falta de un skyline representativo y el descenso del turismo del alcohol y tapas. Quieren vender Madrid como un souvenir, y deberían preocuparse del Madrid para vivir. Deberían criticar también que practicar un deporte en esta ciudad es casi imposible, una ciudad en la que alquilar un polideportivo una hora cuesta más de 60 euros, y estar en un equipo federado de cualquier deporte no baja de los 300 euros anuales, y son bien escasos (o bienes escasos). Que es mucho más fácil para cualquier chaval al salir del instituto conseguir una piedra de hachís que jugar un partido de fútbol.

Al llegar a Madrid afortunadamente encontré trabajo como monitor de fútbol sala en un instituto público, dos días a la semana, mediante un programa de la Comunidad de Madrid (que curiosamente fue cancelado hace quince días, cuando se apagaron las opciones del Madrid olímpico). Al poco tiempo conseguí también un trabajo como entrenador en otro equipo, federado, con chándal y polo oficial. En el primero, en dos horas de entrenamiento, se juntaban 60 niños de diversas nacionalidades. La española probablemente empataba con la vietnamita en popularidad, había sobre todo provenientes de América Latina y los del norte de África, a parte de los balcánicos. En el segundo equipo había quince niños, españoles y de clase alta todos ellos, perfectamente conjuntados y en un polidepotivo de parqué flotante. Ninguno es estos estudiaba en la pública.

Por otro lado la educación pública en las universidades se ha ido igualando con la privada, convertida en un privilegio reservado para las élites, esos pocos afortunados a los que nuestros padres nos pueden pasar más de un sueldo base al mes para costearnos un alquiler, vida y sobre todo matrículas que en casos como el mío (que he de reconocer no soy un estudiante modelo) cada vez se acercan más a los precios de Oxford. Igual hay que plantearse una emigración prematura. O esos otros que siguen viviendo en casa de sus padres y ven, como nosotros los becados (por mamá y papá me refiero, las del Ministerio pasaron a la mitología), que estudiar una carrera, aunque sea en Ingeniería Aeronáutica, en España sólo le servirá para elegir entre ser frutero o pescadero en el Ahorramás.

Cuando sales a la calle siguen estando las terrazas llenas, sí que es cierto que las cadenas de comida y bebida low cost se han hecho con gran parte del mercado, pero al igual que los comercios chinos se han hecho con el mercado de los ultramarinos o los kioskos. Efectos de la globalización, creo que se llama. Han cerrado bares, pero han abierto otros. El rastro se llena cada fin de semana. Malasaña está a reventar de miércoles a domingo por las tardes/noches. Quizás ya no vienen Madonna o los Rolling Stones, pero los que somos de fuera de Madrid sabemos bien que en Madrid hay oferta cultural para dar y tomar, y si la buscas, la vas a encontrar. Conferencias gratuítas, coloquios, conciertos, centros sociales okupados, por no hablar de la música callejera, que como las bicicletas es de esas cosas buenas que afloran en medio de una crisis.

Las ayudas a la cultura son nulas, los festivales tienen que buscarse las habichuelas para subsistir (en todas partes, ¿qué esperábamos? el PP tiene mayoría absoluta), los grandes conciertos ya no vienen por el IVA cultural descomunal y las tasas de la SGAE, pero la cultura (no sé si decirunderground) de Madrid sigue latiendo, Madrid sigue viva y como siempre ha sido tiene que buscarse el oxígeno para sus múltiples y variopintas manifestaciones al margen de la res política.

Es una salvajada la cantidad de ciudadanos sin hogar durmiendo en el Paseo de Rosales, donde el templo de Debod, una de esas bonitas postales de Madrid que El País demandaba. Es muy triste empezar a amontonar la basura por las calles como si fuese un deporte olímpico. Es penoso contarle a la gente de fuera que ni el presidente de la Comunidad ni la alcaldesa han sido elegidos por los madrileños, sí. Las privatizaciones y por tanto el descenso de los servicios sociales han hecho mucho daño a Madrid, sí, pero no sólo en los últimos dos años. Todo esto no es una consecuencia de haber perdido los Juegos o haber hecho el ridículo con cafés con leche. Sin embargo sí que pueden haber sido una causa.

El Madrid ideal que propone El País sigue siendo una ciudad neoliberal por excelencia, una ciudad con grandes conciertos y grandes festivales, pero seguiría sin haber pistas polideportivas gratuítas, transportes públicos eficientes o unos buenos servicios sociales. Seguiría habiento manifestaciones multitudinarias alrededor del Congreso que no serían recogidas por su periódico, sin embargo sí que hablarían del Vivero de Iniciativas Ciudadanas; Fulanito que era un funcionario y dejó su cargo para ser un emprendedor de la bicicleta (obviando movimientos multitudinarios como Bicicrítica) y otros cuentos.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario