sábado, 19 de octubre de 2013

Una primera impresión

Una primera impresión

Escrito por keepcalmandcarryon 

Hace ya dos semanas, si no me equivoco, que tuvimos la primera clase de Economía Política II.

No me he dejado de sorprender, desde segundo de bachillerato (quizá esto entra dentro de lo que luego voy a hablar, la educación), con la economía.En segundo de bachillerato, con una profesora a la que tengo mucho aprecio y sigo manteniendo contacto, aprendí que la economía no son solo señores que van con trajes y discuten sobre si la Bolsa sube o baja. Aprendí que la economía somos nosotros, que la economía no significa todo aquello que me imaginaba, sino que la economía tiene y debe tener una labor social. Esa profesora me enseñó que la economía no es solo la prima de riesgo, me enseñó que la economía tiene que servir a los ciudadanos.

Luego llegué a la universidad, y volví a pensar que me tocaría dar clases de economía con el típico profesor que llega, suelta lo que tiene que soltar y se va. Pero no, me tocó con Julio Argüelles y ¡vaya que si me sorprendí! Me sorprendió que con él tampoco representaba aquello que yo hacía mucho pensaba que era la economía. Explicar economía no significa olvidar la parte social, y al mismo tiempo hacer una denuncia contra el sistema que tenemos.

Y llega segundo, Economía Política II, y bueno, me sigo sorprendiendo. Sorprende que cada vez más profesores, hagan suya una asignatura y la traten como crean mejor. Aunque quizá estoy confundido y en realidad eso es lo que llevan haciendo desde siempre los profesores y es el sistema quien se empeña en homogeneizar (en el sentido más despectivo que pueda tener) la enseñanza. Y esto me lleva al tema tratado en esa primera clase, esa primera impresión.

Hablamos en esa clase de nuestras experiencias buenas y malas, de lo que nos gusta y no nos gusta. De lo que nos gusta podemos destacar las excursiones, la infancia, los profesores flexibles, los amigos (fundamental) y de lo que no nos gusta tenemos el bullying, el autoritarismo de algunos profesores, la teoría excesiva que solo sirve para aprobar el examen, que no tengamos idiomas, la masificación de clases y mucho más.

Todo aquello tratado en esa primera clase me lleva a pensar en mi experiencia.educativa. Hasta los 10 años de edad estuve en colegios privados, porque en Bolivia la educación pública es penosa, es un tema muy largo de abordar, no obstante, la privada tampoco es para tirar cohetes. Sin embargo, de esa educación me quedo con las profesoras (digo las, porque la mayoría eran mujeres, curioso) que dedicaron su tiempo a mí, y tuvieron paciencia conmigo.
Luego llegué a Madrid y estuve en un colegio público y luego en un instituto también público. En todos esos años, he podido vivir de todo, desde profesores a los que no les gustaba lo que hacían, a profesores que daban todo por sus alumnos, aunque yo les contestase de forma poca cordial. Cuánto me arrepiento ahora de no haber tenido la capacidad suficiente con esa edad de apreciar lo que tenía.

Ahora que miro hacia atrás lo veo y lo valoro. Y ahora que estoy en Ciencias Políticas me entristezco por ver cómo un señor apellidado Wert está enterrando la educación. El día 10 de octubre yo lo declararía día de Luto Nacional. Ese jueves negro se aprobó la LOMCE, y al mismo tiempo moría la educación pública.

Cada vez que intento comprender lo que pretenden, si como dicen de verdad se va a mejorar la educación, llego a la misma conclusión: les da absolutamente igual nuestra educación. Les da igual la educación del pueblo, de los ciudadanos. Les da igual a pesar de que sin educación no tenemos futuro, les da igual saber que dentro de 40, 50 años en España no quedará nadie cualificado para trabajar, les da igual a pesar de saber que sin educación no tendremos igualdad de oportunidades. Les da igual todo eso.

O quizá no debería decir que les da igual, debería decir que eso es lo que quieren. Llevan por eslogan "¡la educación para quien pueda pagarla!"

Pero al señor Wert tenemos que agradecerle una cosa, y es que ha sabido crear la máquina del tiempo. Ha sido capaz de transportar a España unos cuarenta años atrás, y si le demos un poco de tiempo, me apuesto a que nos lleva a la Edad Media, cuando prácticamente solo los religiosos podían estudiar.

El señor Wert ha subido el número de alumnos por clase, ha eliminado las pagas extras a los funcionarios, ha devuelto la religión casi obligatoria a las escuelas y apoya con ayudas la segregación en las aulas por sexo, y en su afán por españolizar, castiga a los catalanes.

Y esto lo vivimos todos, todos hemos podido ser conscientes cómo el año pasado pagamos 1200€ de matrícula y este año 1600€, y cuando nos cuentan que el curso anterior al que entramos pagaban poco más de 600€ casi nos sale una carcajada de incredulidad. Pero la verdadera gracia viene cuando pagamos el 70% más que hace tres años por una educación de peor calidad, sin mejorar absolutamente nada.

Mi experiencia educativa es esta, y aun continuará. Sin embargo, tengo la esperanza de que podré contar algún día que tuve una buena experiencia educativa, que mi educación pudo ser mejorable (que siempre lo será), pero que no fue mala. Porque la sociedad se está despertando, se está dando cuenta de lo que nos están haciendo y actuará. Los cambios reales, suceden poco a poco

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