domingo, 13 de octubre de 2013

Por donde camina la Utopía

La Oposición “Constructiva”: Por Donde Camina La Utopía


En España desde hace algún tiempo se lleva practicando una democracia demoledora. Nuestra “cultura política” se ha reducido desde hace ya muchos años a hombres y mujeres de avanzada mediana edad que perteneciendo a la élite política, mayormente del PP o el PSOE, se dedican a recordarse mutuamente lo mal que trabajan, lo mal que hablan, los pocos trajes que pagan y, en fin, a recordarse lo mucho que aman trabajar para su país dedicándose al insulto limpio.


A esta “cultura política” he procedido a darle nombre, y en dándole nombre, he decidido llamarlo la era de “la oposición destructiva”. Estando la “clase política” dentro de los tres problemas que más preocupan a españoles y españolas en la actualidad, me pregunto si algo tendrá que ver con este tipo de oposición en la que partidos de diferente índole ideológica deciden restregarse hasta los problemas personales.                  

 En España debemos amar la demagogia barata porque cada vez que hay una sesión de control en el congreso de los diputados, la frase más barata y menos razonada parece llevarse un aplauso que ya quisieran muchos músicos. Es normal que nos preocupe la élite política, nos debería preocupar aún cuando parece que se están haciendo las cosas bien (la política nos debería preocupar siempre a todos y a todas). Sin embargo, cuando más necesitamos sentirnos unidos bajo el dolor trascendental de una crisis económica sin precedentes, nos cercioramos de que aquellos seres humanos que nos representan, están desunidos y, además, parece que ahora más que nunca.                  

Es esencial, en esta situación económica tan delicada, la respuesta de unos gobernantes y el apoyo unánime de su oposición. No espero que diferentes ideologías estén de acuerdo en todo, o casi todo, y que haya un continuo consenso, no. Lo que vengo a decir, es que para insultar y echar culpas me hago yo líder de la oposición. La clave y a lo que quería llegar con todo esto es a una pequeña propuesta que seguro que no soy el primero en hacer, a saber: La creación de una nueva “cultura política” que se base en el principio de la “oposición constructiva”. La oposición constructiva consistiría en que la élite política, tanto gobernantes como opositores, se dedicaran a olvidar sus diferencias personales e incluso, atentos, ideológicos, con el fin de asegurar la continuidad de una toma de decisiones que ampare los intereses de la mayoría de la ciudadanía.                  
                                                                                                                
Eso era, más bien, la teoría. Pero la práctica no es del todo difícil. En concreto, creo que la clave, o al menos el primer paso, está en generar una oposición política que se basara en el respeto de las diferencias ideológicas (y en el respeto de cómo cada persona defiende sus ideales, lo bonito de la democracia y la libertad de expresión es que se nos permite hablar desde muchos ángulos y expresar todas nuestras inquietudes, sabiendo que no podemos ser perseguidos por ello, pues comunicar nuestros pensamientos lleva más de treinta y cinco años sin ser un crimen). Una vez logrado la fase del respeto mutuo, y superada también la fase de demagogia aplausolítica a la que me refería con anterioridad, la élite política debería proceder a construir razonadamente sobre las propuestas que se lanzan desde distintos ángulos políticos, predispuestos a tenerlos en cuenta y lanzar enmiendas al respecto, mostrando así su disposición hacia la necesidad de generar respuestas reales hacia aquellas personas que les han puesto en el cargo donde están (estas personas cuyo papel es fundamental en cualquier democracia, se denominan electores).                             
No me extenderé más pues creo que la petición es más que simple. Necesitamos un cambio político-cultural ya, un nuevo amanecer que devuelva la confianza a las personas electoras. Ese cambio no puede venir desde abajo sino que está en una actitud procedente de la élite política española actual. 

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